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Kaukós: La busqueda por la calma en el pánico

  • V.Náriz
  • 15 feb 2017
  • 3 Min. de lectura

Estás dormido, vas cayendo desde la octava nube, sientes cada centímetro de tu cuerpo pero sabes que sigues dormido, la adrenalina te ensordece, empieza ese cosquilleo en las puntas de tus dedos, el corazón se te vuelve frío y vas perdiendo la visión poco a poco mientras observas las nubes alejarse a toda velocidad; la sangre se concentra en tu pecho, percibes el suelo acercarse, dejas que los sentimientos se apoderen de tu cuerpo y aprecias los últimos segundos de tu vida hasta que pierdes el conocimiento...


Abres los ojos, estás adolorido, sigues en tu cama, fue solo un sueño y lo sabes, aunque tu corazón sigue latiendo con toda su energía, y la adrenalina se haya asentado en ti como si fuese lo mismo que respirar. Repasas en tu cabeza una y otra vez lo que ha ocurrido, repites: “Es solo un sueño, es solo un sueño”, pero aún puedes sentir la humedad de las nubes en tus brazos. Vuelves a repasar lo que sabes, buscas una explicación lógica para así evitar el colapso total, eres consciente de la respuesta, le das vueltas intentado cambiarla, reconoces que no puedes y te azota con todas su fuerzas.


La población despierta junto a ti, la misma que ves todos los días caminar a tu lado, ves al cielo que se ha tornado gris, puede que sea un día nublado, ya lo es para ti. El movimiento de los carros te atormentan, el más mínimo sonido te exalta, caminar se te hace eterno y tu cuerpo intenta filtrar todas esas emociones encontradas que se fusionan en tu cabeza y que luego bajan para implosionar dentro de tu corazón. Los minutos siguen su camino, en línea recta como dicen los científicos, mientras, tu cabeza siegue dando vueltas invertidas rebobinando cada uno de los actos dejado atrás hace poco segundos, tres, cuatro, cinco, son las sílabas de lo que acabas de pronunciar, seis, siete, el número malo, «¿O era el 13?» Te sientes el pulso, cuentas trece, luego desaparece, la humedad reaparece en tus brazos, la adrenalina te saluda por algunos momentos hasta que vuelve a escapar sin dejar rastros.


Bajas las escaleras, el aire fresco acaricia tu cara, el corazón te da brincos en el pecho como si fueses a tener un infarto, te concentras en respirar, logras calmarte mientras el dolor de cabeza espanta tus pensamientos como un rayo en medio de la sabana. Silencio total, has dejado de oír, te enfocas lo que dice la chica de al lado, luego en la cajera que te pide pagar, el mundo ha quedado en silencio y solo te puedes escuchar a tí mismo: "Todo ha pasado", te repites, el mundo pierde su color y te vuelves uno solo con la galaxia que se expande en tu pecho.


Caminas con la frente en alto, no más humedad, cuentas, adrenalina, ni dolores de cabeza, los monstruos que te acompañaban han cesado su mitin, pero solo por algunos momentos. Un pitido te ensordece y los colores del mundo se vuelven tan intensos que hacen dolerte la vista, olvidas por completo lo que estás haciendo, cuentas de nuevo, uno, dos, «Tengo los zapatos desatados», tres, cuatro, cinco, «Voy a caerme en cualquier momento y me romperé la nariz contra el pavimento», cinco, seis, el roce de tu ropa en la piel te recuerdan a las sábanas de tu lugar seguro, logras reponerte, tus necesidades de desconectan una a una hasta dejarte en piloto automático.


Piensas en todos los buenos momentos, esos que anhelas en estos momentos, buscas la felicidad en las canciones, en el cantar de los pájaros, en el perro que te ha saludado batiendo la cola a todo fulgor, pero ahí estás, dando vueltas de nuevo en tu cama, contando, uno, dos, tres... Esperas... «¿Soy yo quien habla?»



Etimología:

Palabra en español. Compuesta.

Del griego 'καυμα' = “Kauma” (Calma, en español), intenso calor de verano o sol, cuando hace 'καυμα' hay tranquilidad, serenidad.

Del griego ‘Πανικός’ = "Panikós" (Pánico, en español). ‘Pan’, como nombre, e ‘Ico’ del griego οἶκος = casa. Cuenta la historia que el semidiós de los pastores y rebaños en la mitología griega, Pan, hacía repentinas apariciones en las noches, causando terror, o pánico en la gente. Miedo a lo desconocido que produce un temor extremo.


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Somos cuatro amigos (Gabrieña, Jose, Sthefany, Víctor) intentando crear contenido -Aunque puede que encuentres muchas pendejadas-, desde el apareamiento de las hormigas hasta una guerra interplanetaria. Se supone que (No, aquí no viene la canción de Luis Fonsi) deberíamos ser serios, pero la solemnidad no es asunto nuestro.

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