Línea entre el amor y el odio

Hoy voy hablar de un tema no muy largo, pero pienso que será interesante, seguro han escuchado o leído la frase: “existe una delgada línea entre el amor y el odio”. Muchas personas utilizan esa oración para dar una excusa a sus malas relaciones, pero ¿Sabían que todo eso tiene una respuesta científica?

Unos científicos británicos (gente arrecha) descubrieron que el mecanismo del cerebro que produce que odiemos a alguien o algo, está íntimamente relacionado al área cerebral donde se origina el amor. En otras palabras, estos dos sentimientos comparten la misma estructura cerebral y por alguna razón producen las mismas sustancias químicas.

Sí, en internet pueden conseguir mucha información sobre este tema, pero la mayoría de las cosas habla de las relaciones, las parejas y pendejadas románticas que sé a muchas personas no les interesa. Por eso voy a darle un giro, un tema diferente, algo que me sucedió y logró que creyera totalmente en esa frase.

Desde que tengo memoria me han gustado los deportes, desde jugarlos hasta verlos sin importan si eran equipos de categorías inferiores o malísimos, pero por extrañas razones de la vida, en mi época de tercer año de secundaria odiaba el baloncesto (quizás tenga algo que ver con que no soy muy alto). Hasta que un día mi mamá me comenta que compró unas entradas para un juego de Trotamundos (el equipo de donde vivo), y aunque a mí no me llamaba la atención, nunca dudo dos veces cuando me invitan a salir.

La ironía de la vida es que después de ver ese juego en vivo, el baloncesto terminó siendo mi deporte favorito, llegando amarlo como no tienen idea, todo gracias a que un día como cualquier otro, mi madre me invitó a ver un juego porque ella antes se la pasaba en domo con mi abuelo viendo los partidos (¡Te amo mamá!).

Muchos lectores se preguntaran: ¿Qué fue lo que te gustó tanto de ese juego?, y lo gracioso es que ni yo lo sé, no sé si fue cuando inició el primer cuarto, al medio tiempo o antes si quiera de empezar. Simplemente fui y algo en mi cabeza cambió con solo mirarlo de frente.

A mi parecer cualquier acción (por muy estúpida que sea), puede llegar a cambiar la forma de pensar muy radicalmente. Desde la felicidad, decepción, traición, hasta un juego de baloncesto logran que cruces esa llamada línea entre el amor y el odio, y aunque muchas personas lo dudan, casi todo lo que vive el ser humano tiene una respuesta científica.

“El amor y el odio no son ciegos, sino que están cegados por el fuego que llevan dentro”

-Friedrich Nietzsche.