top of page

El libreto

  • V.Náriz
  • 25 jul 2017
  • 2 Min. de lectura

Al norte, lejos de todo rastro de ciudad, se encontraba una casa abandonada fabricada de pies a cabeza en madera robusta, que dejaba caer en conchas la vieja pintura blanca con la que la habían pintado. La fachada era adornada por un pórtico amplio resguardado bajo un machimbrado de tejas grises que se caía a pedazos en uno de sus lados, y cuatro ventanas con sus cristales quebrados, tres cuadradas, y una circular que reposaba en el lado izquierdo del segundo piso, resaltando sobre todos lo demás, incluso de la intrínseca enredadera que devoraba toda la fachada como si el mismo bosque quisiera adueñarse de ella. La vieja casa yacía hundida en el terreno, petrificada, incólume.


El pórtico estaba completamente vacío, en él solo descansaba puerta, también construida de madera robusta blanca, acompañada por un viejo pomo dorado desgastado, eso, la gruesa capa de polvo y el montón de rasguños frescos en el suelo que parecían ser de animales. Todo era normal en esa olvidada casa en el bosque, pero la puerta estaba entreabierta, y dejaba ver a un señor de mediana edad que yacía tirado en el suelo. Vestía un jean azul pálido que tenía las botas coloreadas de marrón por todo el barro que habían absorbido, al igual que sus zapatos; y una camisa roja de cuadros que dejaba ver su cuerpo lleno de arañazos y cortes, algunos recientes, otros viejos que habían cicatrizado con la sangre seca. La cara también había sufrido los mismos cortes, y su cabello castaño oscuro era un completo desastre, trozos de ramas y hojas secas creaban una especie de nido.


―¿Hay alguien ahí? ―Preguntó el señor intentando levantarse. Sus brazos temblaban. ―Soy Sebástian… Solo busco un lugar donde descansar.


Sebástian logró levantarse al segundo intento, su cara expedía fatiga y dolor, mucho dolor. Inspeccionaba la casa de un lado al otro moviendo su cabeza lentamente con sumo cuidado, a donde quiera que miraba la calma reinaba, y el vació, adentro de la casa no parecía haber nada. Su mirada se fijó en un solitario mueble marrón que le esperaba en la sala más grande. Sebástian caminó lentamente hasta él, lo frotó con su mano derecha y se dejó caer en él. Analizó la casa una vez más y dijo en voz alta:


―No estoy bien, ¿Me escuchas?... No estoy bien.

Se quitó los zapatos y se acostó.


―363 días, 17 horas, ocho minutos, nueve segundos, diez, once, doce, trece, catorce… Mi voz se ha hecho mi amiga. Creo que este será mi final, vagar por el bosque desde el lago, fríos infernales, y nada que comer, estaría bien morir en un lugar decente… ―Inhaló una gran bocanada de aíre. ―Vaya que fue extraño como todos desaparecieron de la nada, supongo que ahora me reuniré con aquellos que están del otro lado… Sí, ellos me tendrán respuestas…


Dejó caer su mano sobre el suelo y dibujó su nombre con el polvo hasta que se quedó dormido.


El ruido de grandes focos de luces encendiéndose exaltó a Sebástian, los ruidos siguieron rebotando en el aíre y esparciéndose en el eco del bosque. Una fuerte luz amarilla lo enfocó dificultándole la vista. Se levantó del mueble y empezó a caminar torpemente hacia la luz. Una lluvia de silbidos y aplausos inundaron el espacio.


FIN


Comentarios


RECENT POSTS

FOLLOW US

  • Grey Twitter Icon
  • Grey Instagram Icon

ABOUT REP4S

Somos cuatro amigos (Gabrieña, Jose, Sthefany, Víctor) intentando crear contenido -Aunque puede que encuentres muchas pendejadas-, desde el apareamiento de las hormigas hasta una guerra interplanetaria. Se supone que (No, aquí no viene la canción de Luis Fonsi) deberíamos ser serios, pero la solemnidad no es asunto nuestro.

HAVE FUN WITH US!

REDES SOCIALES 

SUSCRÍBETE

¿Quieres saber cuando publicamos? Envíanos tu email y ¡mantente informado! 

© 2023 by Rep4s. Proudly created with Wix.com

bottom of page